Los collies son conocidos por ser dulces y cuidadores. Son
generalmente fáciles de entrenar debido a su inteligencia y a un deseo
innato por complacer. Algunos collies pueden llegar a andar «colgados»
de su dueño, esto es visto comúnmente como un sentido supradesarrollado
de lealtad. Son excelentes perros ovejeros, buena compañía para la
familia y para otros perros. Son muy leales y fieles, aunque desconfían
de los extraños si no les caen bien. También son muy juguetones y
fáciles de entrenar.
Es un perro inteligente, prudente, perseverante y una estupenda
niñera. Le encanta que se le encargue vigilar a los niños. Es dulce,
buen vigilante y muy atento: un perro adecuado para dejarle un niño a su
cargo. Con los bebés se deja tratar como un peluche, y un bebé puede
aprender a caminar si se agarra a su pelo. Este perro será cuidadoso en
evitar que se caiga. Además, evitará que el bebé se vaya con
desconocidos. En la playa, si no hace mucho calor, se dedica a vigilar a
los más pequeños, y si les pasa algo, lloran o se caen, no duda en
actuar.
El collie tiene el cuerpo largo en relación a su altura. Su altura de
cruz es de 56 a 61 cm (el macho) y de 51 a 56 cm (la hembra). Pesa de 18
a 29 kg. Tiene los ojos marrones, de forma almendrada y ligeramente
oblicuos. Sus orejas son pequeñas y están echadas hacia atrás, o hacia
adelante cuando el perro está alerta. El hocico es largo y liso, con la
trufa negra. Su cola es larga y con abundante pelo, y el pelo el es
denso, duro al tacto y suave y brillante si se cuida muy bien. Puede ser
de color cibelina y blanco, tricolor o azul muy oscuro.
En el siglo XIX, el collie no era muy conocido aún, pero con las
primeras exposiciones caninas, su popularidad empezó a crecer hasta
conseguir su punto más alto. En la actualidad sigue siendo una de las
razas más conocidas.
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